Hoy fue un día de primavera en mitad del invierno. Al sol de la mañana brillaban los campos verdes y los edificios blancos. Por las calles vacías y silenciosas sólo pasaba algún coche de autoescuela en prácticas.
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En la Ribera de Bilbao encontré el trajín de la gente, los coches y el tranvía. Con la bajamar la ría parecía una trinchera estrecha. Las cosas más heterogéneas emergían de su lecho igualadas por el color del cieno. Sobre la superficie húmeda y suave de los lomos de ese cieno tomaban el sol las gaviotas y algún pato.
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