1.6.10

MÚSICA

Escucho el preludio de Lohengrin, de Richard Wagner. El placer que me produce me recuerda que mi experiencia más emocionante para con la música fue en el auditorio de Galicia, de Santiago de Compostela, que entonces estaba recién construido. Era un día entre semana y no esperábamos encontrar actividad alguna. Al entrar en la sala principal, una orquesta de músicos muy jóvenes ensayaba una obra que no había oído nunca antes. Quedé paralizado. De haber estado solo, me habría quedado allí hasta el final de ensayo, o hasta la extinción del universo.


2 comentarios:

Mertxe dijo...

Ésta es de mi época de estudiante. Imagínate... aquellos tocadiscos de aguja inestable, y aquellos longplay de surcos insondables... En cuanto la tecnología lo hizo posible, me pasé a las cassettes y luego a unas cosas que llamábamos cartuchos y que en el coche sonaban muy bien.

Glo dijo...

Pero el directo es insustituible. Caro, pero insustituible.