16.7.10

TURISMO

El autor de estas líneas es cada día más reacio a ejercer de turista. Reconoce que cree bueno que la gente se gaste la pasta "de motu proprio" en esos placeres, pues de lo contrario irían a su casa a quitársela, y también reconoce que hay maneras honorables de ser turista, y que moverse por el planeta puede conllevar enriquecimiento espiritual. Pero hacer turismo puede resultar parecido a ciertas lecturas: que por mucho que se frecuenten, no aprovechan.

En lo que a mi persona respecta, soy alérgico a todo tipo de "negocio" relacionado con el turismo. Porque, que exista ese negocio implica que una parte de lo que estoy disfrutando se ha "adaptado" pensando en mí y en otros como yo. Pondré el ejemplo de los restaurantes chinos en España: cuando se acude a uno, la idea que se lleva (ingenuamente) en la cabeza, es la de "viajar" en una especie de máquina que nos transporta hasta China. Pero la realidad es que la comida china "auténtica" (y lo mismo sucede con la de otras nacionalidades), no gusta en España. No gusta "a la primera", pero un restaurante no es una escuela de catas, sino un negocio, que si está a pleno rendimiento desde el primer día, mejor que mejor. Así que de la comida tradicional se eliminan sabores y se introducen otros "locales", como el del aceite. Así tenemos que el "pan chino" que nos venden está frito, mientras que el original se prepara al vapor. Pues con el turismo sucede algo parecido, hasta el extremo de que, en los casos más dramáticos, como el de los "parques temáticos" (cuyo inventor fue Walt Disney), lo que se nos "propone" es cartón piedra hueco: pura y dura apariencia.

El caso contrario a los referidos, sería el de Camilo José Cela, por ejemplo, que en varias ocasiones viajó como mendigo por la España de posguerra, llevando a extremos sorprendentes (según cuenta) su caracterización. El autor de este diario se inclina más por este extremo, hasta el punto de preferir viajar exclusivamente por razones de trabajo. Además hay lugares que no admiten ser conocidos "en plan turista", como es el caso de Inglaterra. Así muchos son los jóvenes que se buscan en Londres un trabajo temporal, de camarero por ejemplo, lo que no es solamente una manera de aprender el idioma. Julio Caro Baroja describe, en uno de los capítulos de "los Baroja", lo diferentes que fueron sus viajes a Inglaterra, con "invitación", de los de su tío, que apenas obtuvo algunas impresiones del paisaje. Otro tema es que las aprovechara mejor.

3 comentarios:

Nómada planetario dijo...

Así está montado el chiringuito, para procesar el turismo como piezas de un complejo industrial. A ver de qué ha crecido Benidorm y otros lugares similares. Lo más chocante es que el personal se refocila en tales núcleos como si hubieran alcanzado la gloria.
Saludos.

Mertxe dijo...

Tengo a mis espaldas tantos veranos de sol y playa y discoteca... En aquellos tiempos todo era de 'plástico', insustancial salvo en una cosa: la prisa por vivir. Luego me hice mayor, me serené (creo...), y entonces empecé a viajar de otra manera. Con tiempo y con los ojos muy abiertos. La de cosas que he visto al fin, tanto si ya las tuve delante como si no.


(Desciendo...)

Glo dijo...

Un saludo a los dos, Nómada y Mertxe.