Sudáfrica se sume de nuevo en el olvido, si es que puede considerarse que alguna vez ha salido de él. Mi primera noticia de ese país creo que me llegó por medio de Lord Baden Powell de Gilwell, fundador de los boy-scouts, institución en la que suelo decir que hice "la mili", aunque la asociación en la que yo participaba tuviera bien poco de militar. De hecho, apenas tuvimos más referencias de ese hombre que un par de imágenes colgadas de una pared. Estoy seguro de que fue por mi cuenta que me enteré de su participación, como general, en la Guerra de los Bóers.
Mucho tiempo después cayó en mis manos un libro excelente sobre aquella guerra olvidada. Recuerdo con nitidez una de las imágenes que aparecían en él. El pie rezaba: "hombres de Baden-Powell condenando a muerte a un hombre por robar una cabra". El hombre era de tez oscura (no sé si negro), extremadamente delgado. Escuchaba, de pie, probablemente sin comprender nada, la sentencia que leían unos hombres blancos de grandes bigotes. El libro recogía las críticas que aparecieron en la prensa francesa acerca de las deplorables condiciones en las que se mantenía a la población bóer cautiva en los primeros campos de concentración de los que se tiene noticia. Finalmente concluía que la guerra resultó una victoria pírrica del Imperio Británico, que a cambio de la titularidad del territorio, tuvo que hacer importantes concesiones a los colonos boér.
Fue por entonces que situé en el mapa las principales ciudades del país (Bloemfontein, Pretoria, Durban, Ciudad del Cabo...) así como algunos de sus accidentes geográficos, como los montes Drakensberg, o el río Orange. Y aquella parte de la vida que pasaron en Sudáfrica personajes como Pessoa, terminaron por singularizar algunos de esos lugares.
La historia posterior me ha interesado menos, salvo algunos aspectos, como la influencia política de la República en sus vecinos, o la creación de los pequeños y extraños estados de Suazilandia y Lesoto.
Ya se ve que lo que más me ha llamado la atención de aquel lugar ha sido el siglo XIX. Y no sólo de ése. El XIX me resulta también la época más compleja e interesante de la historia de España.
Mucho tiempo después cayó en mis manos un libro excelente sobre aquella guerra olvidada. Recuerdo con nitidez una de las imágenes que aparecían en él. El pie rezaba: "hombres de Baden-Powell condenando a muerte a un hombre por robar una cabra". El hombre era de tez oscura (no sé si negro), extremadamente delgado. Escuchaba, de pie, probablemente sin comprender nada, la sentencia que leían unos hombres blancos de grandes bigotes. El libro recogía las críticas que aparecieron en la prensa francesa acerca de las deplorables condiciones en las que se mantenía a la población bóer cautiva en los primeros campos de concentración de los que se tiene noticia. Finalmente concluía que la guerra resultó una victoria pírrica del Imperio Británico, que a cambio de la titularidad del territorio, tuvo que hacer importantes concesiones a los colonos boér.
Fue por entonces que situé en el mapa las principales ciudades del país (Bloemfontein, Pretoria, Durban, Ciudad del Cabo...) así como algunos de sus accidentes geográficos, como los montes Drakensberg, o el río Orange. Y aquella parte de la vida que pasaron en Sudáfrica personajes como Pessoa, terminaron por singularizar algunos de esos lugares.
La historia posterior me ha interesado menos, salvo algunos aspectos, como la influencia política de la República en sus vecinos, o la creación de los pequeños y extraños estados de Suazilandia y Lesoto.
Ya se ve que lo que más me ha llamado la atención de aquel lugar ha sido el siglo XIX. Y no sólo de ése. El XIX me resulta también la época más compleja e interesante de la historia de España.
2 comentarios:
Yo no sé si África, en su conjunto, tiene solución. Confieso mi ignorancia absoluta, pero por lo que veo y leo, por lo que 'siento' dudo que, ni siquiera en un plazo lejano, estos países levantes cabeza. Demasiada prevalencia de la 'tribu', del 'clan'. Eso por no comentar el gran problema del Islam-política in crescendo.
De África recuerdo hablar hace no mucho tiempo a una mujer. Decía que el problema de ese continente había sido que NADIE, ya fueran propios o ajenos, había hecho nada por él.
Publicar un comentario