Yo, pecador, artista del pecado,
comido por el ansia hasta los tuétanos,
yo, tropel de esperanza y de fracasos,
estatua del dolor, firma del viento.
Yo, pecador, en fin, desesperado
de sombras y de sueños: me confieso
que soy un hombre en situación de hablaros
de la vida. Pequé. No me arrepiento.
Nací para narrar con estos labios
que barrerá la muerte un día de éstos,
espléndidas caídas en picado
del bello avión aquel de carne y hueso.
Alas arriba disparó los brazos,
alardeando de tan alto invento;
plumas de níquel. Escribid despacio.
Helas aquí, hincadas en el suelo.
Este es mi sitio. Mi terreno. Campo
de aterrizaje de mis ansias. Cielo
al revés. Es mi sitio y no lo cambio
por ninguno. Caí. No me arrepiento.
Ímpetus nuevos nacerán, más altos.
Llegaré por mis pies -¿para qué os quiero?-
a la patria del hombre: al cielo raso
de sombras ésas y de sueños ésos.
Blas de Otero.
Encontré este bello poema "algún día en alguna parte"...
3 comentarios:
Soberbio y atormentado Blas de Otero. Me encanta esa asociación de 'pies' y 'para qué os quiero'.
Sorprende que la búsqueda de lo esencial de la vida haya ocupado a los seres humanos durante siglos, obligándoles a llenar toneladas de páginas, y sin embargo esa misma esencia quepa, también, en unos pocos versos.
Es la magia de poesía, quizás nuestro último reducto...
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