"... 3. En la Edad Media, la grafía x representaba un sonido palatal fricativo sordo, cuya pronunciación era muy similar a la de la sh inglesa o la ch francesa actuales. Así, palabras como dixo (hoy dijo) o traxo (hoy trajo)
se pronunciaban [dísho] o [trásho] (donde [sh] representa un sonido
parecido al que emitimos cuando queremos imponer silencio). Este sonido
arcaico se conserva en el español de México y de otras zonas de América
en palabras de origen náhuatl, como Xola [shóla] o mixiote [mishióte] (no en Xochimilco, en donde la x suena como /s/), y en la pronunciación arcaizante de ciertos apellidos que conservan su forma gráfica antigua, como Ximénez o Mexía..."
Así que Juan Ramón, en lugar de pelear por hacer coherente la escritura de su apellido con su pronunciación actual, podría haberlo hecho por recuperar su pronunciación arcaica. Eso habría redundado en beneficio de este idioma, tan escaso en sonidos (cada vez tiene menos), y tan poco proclive a adoptar los de otras lenguas.
1 comentario:
Yo soy muy renacentista. Muy de simplificar, es decir, hacer coherente la pronunciación con la ortografía. Los tiempos cambian, todo cambia con el tiempo, y el caso de los poetas... ay... me temo que, además de simplificar la herramienta, también se trataba de distinguirse a sí mismo. La raspadura de raspadura en la garganta, la j que también Unamuno a veces practicaba,
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