Padre putativo de J. Colettis o rival del conde Dionisio
Solomós
baila a la luz de acetileno que realza las estrellas del monte,
baila entre gitanas con su dote y cocheros madrugadores
mientras su diestra parapléjica tiembla medio muerta encima
de hombros veinteañeros.
Fuera del ciclo de la luz la noche, repleta de castaños
y chicharras,
se inclina y se derrama en el piélago que aguarda que el
tiempo lo consuma;
poner fin a nuestras discusiones sobre monarquía o
república,
a nuestra vida fragmentada en sillas y mesas con tanta
desconfianza.
Sin embargo, el señor paquimeres, Filopemén, hijo de
Ambrosio,
baila un tango empalagoso, octogenario jubilado del
contrabando.
Traficante de plumas de avestruz, sicario de Al Capone,
cuya muerte aguardan sus treinta sobrinos.
Sin embargo, quién no busca endulzar en el postrer instante
la bilis en sazón,
que haga de pobre diablo, internado antaño en un asilo
de Corfú,
con un violín náufrago en sus manos asumiendo la injusticia
del destino,
baila el señor Paquimeres; es hermosa la muchacha que
tiene entre sus brazos, recién salida del internado
francés de señoritas;
le prometió que si bailaba con él a oscuras daría dinero
para el acueducto comunal.
El señor Paquimeres, Fabricio, es un hombre que vive la
realidad y sabe afrontarla.
Sostiene que el alma es "debilidad que a veces la civilización
acabará por rechazar".
Adora la "ciencia" y el confort; odia el arte; daría
cien mil dólares porque no existiera.
En esto anda de acuerdo con el diputado local
que cada tarde discute con el "cazarevusiano" maestro
sobre la gloria del griego antiguo
y sobre las ideas de Occidente corruptoras de la juventud...
En medio de la oscuridad de los castaños, el mar, las
Espóradas y las chicharras
aguardan, al margen de la realidad, el paso de los años.
Dioses, ¡cuántos años!
Sagorá, 6-VIII-1935.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
No hay comentarios:
Publicar un comentario