Yo llegué a Schnittke hace algunos años, recordando algún programa de Radio 2, de RNE, en el que se alababa su obra. La primera obra que escuché de él fue la sinfonía nº3, y yo, que venía del universo de referencias clásicas de Shostakovich, lo encontré todo de lo más natural. Me sorprendió que semejante compendio de referencias al sinfonismo no hubiera tenido más éxito entre el público.
Desde entonces he frecuentado con fruición muchas de sus obras. Me divierte (e influye, en tanto que deseaba encontrar algo así) su estética, de la que el compositor habla en alguna entrevista que le hicieron. Schnittke la comparó con la reconstrucción de una iglesia que observó en Polonia, en la que se utilizaron, no sólo los elementos propios de la construcción (ladrillos, mortero...), sino partes completas del edificio, aunque no se dispusieron en el mismo orden original, lo que dió como resultado una mezcla nueva y antigua al mismo tiempo, y que ponía en evidencia (a mi juicio) el vacío sobre el que se asienta toda concepción estética.
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