El paisaje es la resulta de la superposición de mi entendimiento sobre la realidad subyacente.
Supongamos que la interposición de una lente no es alteración suficiente para no considerar lo que vemos como un paisaje terrestre. Forma parte, incluso, del cielo diurno, que nos parece más real y significativo que el nocturno. En la atmósfera diáfana, inflamada en azul por la luz del Sol, se transparentan los objetos situados más allá. Tres objetos en este caso: el planeta Júpiter y dos de sus lunas, Io y Europa, que proyectan sombra sobre el primero. Objetos claros, comprensibles por lo rotundo y nítido de su aspecto; por la relación que mantienen entre sí, manifestada por sus sombras.
Fotografía encontrada aquí.
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