"... al preguntarle en París una dama acongojada de escrúpulos religiosos a un famoso y muy agudo abate si creía en el infierno y responderle este: «Señora, soy sacerdote de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, y usted sabe que en esta la existencia del infierno es verdad dogmática o de fe», la dama insistió en: «Pero usted, monseñor, ¿cree en ello?», y el abate, por fin: «¿Pero por qué se preocupa usted tanto, señora, de si hay o no infierno, si no hay nadie en él ...?» No sabemos que la dama le añadiera esta otra pregunta: «Y en el cielo, ¿hay alguien?»..."
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