3.12.07

CRIMEN IMPERFECTO (8)

"De creer la declaración de Georgoulis, hacia las 0355 de la mañana del 16 de Enero le sacó de la cama la alarma de incendios y al llegar al puente oyó una explosión sorda en la zona de la cámara de bombas, justo a proa de la superestructura, lo que constituye una forma bastante corriente de empezar a perder un petrolero. También dijo haber visto humo a proa, un síntoma más confuso dado el cuarto de kilómetro existente entre la proa y la cámara de bombas; “closely questioned” sobre el color del humo (una pregunta bastante tonta siendo de noche), Georgoulis dijo ignorarlo porque solo estaba empezando a clarear, pero el informe constata puntillosamente que aún faltaban dos horas y media para el orto (¡vaya con los tontos!). Más afinado anduvo el Jefe al declarar que, cuando le despertó la explosión (¿y la alarma?), “...was still very dark outside and indeed that it was still dark when the crew abandoned the vessel in lifeboats about a half hour later”, aunque después comprobaría que el humo era entre negro y gris oscuro; inicialmente se dirigió a la sala de máquinas, donde el oficial de guardia le dijo haber parado sin orden de “arriba” y que la máquina estaba inundándose, aparentemente a través del mamparo de proa contiguo a la cámara de bombas. Tras ordenar arrancar la bomba eléctrica de sentinas y poner a aspirar también las de servicios generales, Kalomiropoulos subió al puente a informar a Georgoulis, que a su vez le ordenó determinar si la inundación estaba bajo control y, de no ser así, arrancar el generador de emergencia y dirigirse rápidamente al bote salvavidas, pues ya había ordenado preparación para abandono de buque. Según el Jefe, cuando volvió a la máquina el agua había subido un metro, así que paró el turbo-generador, aseguró las calderas y, tras comprobar que el grupo de emergencia funcionaba correctamente, se dio “el piro” junto con el maquinista. Cuando hacia las 0430 llegó a cubierta “the ship was at dead stop” y con los botes en el agua tras haberse emitido un SOS que nadie pudo oír.

A los autores del informe debió escapárseles que media hora es un tiempo más que ajustado para que, aún a 12 nudos, un petrolero cargado como el “Salem” pierda toda su arrancada. En cuanto a Georgoulis, mantuvo ante sus inquisidores que la inundación no era su mayor preocupación y que el temor a nuevas explosiones le habría hecho abandonar el buque aun estando controlada, pero como tampoco mandó nadie a investigar qué ocurría a proa y en la cámara de bombas (“this might to be too dangerous”), podría pensarse que ordenó abandonar el barco solo porque oyó un ruido extraño. Las declaraciones posteriores presentan (según qué narrador) un rico surtido de explosiones grandes, pequeñas, con llamas, sin llamas, con humo y sin humo que Georgoulis y sus muchachos supuestamente contemplaron desde los botes durante treinta horas hasta que, “about 1030 or 1100” del día siguiente, el radio comunicó que un buque respondía a la llamada de su transmisor portátil. Llegó en media hora, justo a tiempo de comprobar como el “Salem” desaparecía bajo las aguas sin que se apreciaran en su casco rastros de fuego o humo ni las inconfundibles averías que producen en un petrolero las explosiones internas. El informe no lo menciona, pero hay que reconocer lo “conveniente” de que el abandono se “efectuara” el día anterior, permitiendo restar otro día y aumentar la velocidad media del viaje hasta casi 10 nudos.




Resulta difícil juzgar el tamaño de un petrolero como el “Salem” (213.928 TPM) únicamente por su eslora (316,1 metros). En esta fotografía puede apreciarse a su primo el “Macoma” (209.995 TPM, 325,1 metros de eslora) disponiéndose a aligerar abarloado al “Drupa” (72.008 TPM, 243,8 metros de eslora) ante la imposibilidad de acceder a puerto por su calado. Aunque el “Macoma” solo es 81,3 metros más largo, resulta evidente que hablamos de otro orden de magnitud. (Foto CMP extraída de la publicación “The Shipping Revolution”)


En realidad, si no se le “provoca” un petrolero de 213.928 TPM cargado de crudo ligero es difícil que se hunda por cuenta propia, no solo por su prolija compartimentación, sino por las aproximadamente 30.000 toneladas de flotabilidad que le proporciona la carga. Pero, cargados o no, los petroleros son barcos relativamente fáciles de “asesinar” desde dentro sin necesidad de romper nada. Normalmente, la estructura de un petrolero de casco sencillo cargado se mantiene a flote “apoyada” en cuatro puntos, el pique de proa, la sala de máquinas a popa y los tanques de lastre limpio en el centro (en este caso los 3Br y 3Er), pudiendo resistir la inundación de uno o varios de estos compartimentos sin más consecuencias que un serio dolor de espalda (de hecho, eso es lo que le ocurrió al “Prestige”). Pero los tanques de lastre están diseñados para inundarse por gravedad desde la mar, de la que los separan digamos que un par de válvulas a veces protegidas por cadena y candado; con 19 metros de calado es evidente que no hay que arrancar ninguna bomba de lastre para liarla. Inundar la máquina resulta más “antinatural” pero, como desde la cámara de bombas de un petrolero se puede intercomunicar casi todo, no resulta especialmente complicado improvisar un geiser “a pie de turbina” sin necesidad de recurrir a la goma-2. Naturalmente, si además abrimos las tapas de los tanques, los intercomunicamos a través de las líneas de carga y abrimos éstas al mar, las 30.000 toneladas de flotabilidad “extra” se escurrirán por la borda tras producir vistosos surtidores en cubierta y la cosa irá algo más rápido, pero si los tanques ya contienen agua salada en lugar de petróleo puede ser un visto y no visto. El informe menciona la (confusa) declaración de un subalterno tunecino que permite deducir que éste fue el método empleado para hundir el “Salem”, según otra fuente tras esperar parados a que apareciera un buque en su dirección. Esta segunda fuente, ajena al informe, también apunta una utilización de explosivos que considero innecesaria y hasta improbable.
Presumiblemente el “Salem” ya estaría sobrecalado para ganar tiempo y, si el otro buque se avistó a unas 10 millas, todo debió ocurrir en menos de una hora."


Luis Jar Torre.

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