Seguramente el edificio más japonés de Wright: un lugar desde el que contemplar y sentir la naturaleza en derredor. Sólo he conocido otro edificio igual de japonés: los comedores universitarios de la Universidad de Navarra, de Rafael Echaide.
El único problema de este edificio es que está demasiado publicitado.
...
Los jardines japoneses tienen varias facetas interesantes. Una de ellas es que nacen para ser contemplados desde edificios. En su variante más moderna, la estética de ese tipo de jardín se ha combinado con el romanticismo europeo, y ha inspirado bellos proyectos en todo el mundo. El que traigo hoy es del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright; uno de esos edificios que todo el mundo conoce, pero sobre el que a veces no nos hemos detenido lo suficiente para disfrutarlo: la casa de la cascada, construida sobre el Bear run (el regato del oso, traduzco yo a mi manera), en Pensilvania, Estados Unidos.
Esta fotografía capta esa relación íntima entre el interior y el entorno boscoso de una hondonada húmeda y umbría en la lluviosa geografía de los Apalaches. De Japón, Wright toma la actitud de la contemplación de un exterior verde, boscoso, rumoroso (el agua, el viento, las hojas, las aves...) Del romanticismo toma la admiración por una naturaleza no mantenida, inalterada, de aspecto virgen; también el vértigo de mirar río abajo sobre sus terrazas de piedra caliza, hacia la oscuridad en la que la fronda sume el río...
Hay pocas personas que se animarían a vivir en un edificio tan radicalmente situado. Quizá ninguno de los que nos pasamos por este hilo. En él vive uno con el peligro constante de que le caiga una rama o un árbol entero encima, y en el otoño la lluvia de hojas debe ser un espectáculo abrumador, por no hablar de la humedad y la ausencia de sol, e incluso de luz. Pero fue encargada por un empresario que la quiso como un rincón apartado donde encontrar paz en el ajetreo frenético de su vida... Ahora, declarada patrimonio de la humanidad, está mantenida por la administración pública.
Fotografía encontrada aquí.
El único problema de este edificio es que está demasiado publicitado.
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Los jardines japoneses tienen varias facetas interesantes. Una de ellas es que nacen para ser contemplados desde edificios. En su variante más moderna, la estética de ese tipo de jardín se ha combinado con el romanticismo europeo, y ha inspirado bellos proyectos en todo el mundo. El que traigo hoy es del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright; uno de esos edificios que todo el mundo conoce, pero sobre el que a veces no nos hemos detenido lo suficiente para disfrutarlo: la casa de la cascada, construida sobre el Bear run (el regato del oso, traduzco yo a mi manera), en Pensilvania, Estados Unidos.
Esta fotografía capta esa relación íntima entre el interior y el entorno boscoso de una hondonada húmeda y umbría en la lluviosa geografía de los Apalaches. De Japón, Wright toma la actitud de la contemplación de un exterior verde, boscoso, rumoroso (el agua, el viento, las hojas, las aves...) Del romanticismo toma la admiración por una naturaleza no mantenida, inalterada, de aspecto virgen; también el vértigo de mirar río abajo sobre sus terrazas de piedra caliza, hacia la oscuridad en la que la fronda sume el río...
Hay pocas personas que se animarían a vivir en un edificio tan radicalmente situado. Quizá ninguno de los que nos pasamos por este hilo. En él vive uno con el peligro constante de que le caiga una rama o un árbol entero encima, y en el otoño la lluvia de hojas debe ser un espectáculo abrumador, por no hablar de la humedad y la ausencia de sol, e incluso de luz. Pero fue encargada por un empresario que la quiso como un rincón apartado donde encontrar paz en el ajetreo frenético de su vida... Ahora, declarada patrimonio de la humanidad, está mantenida por la administración pública.
Fotografía encontrada aquí.
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